Actualizacion 29-5-2017

 

NATACION PRECOZ EN LA INFANCIA ¿BENEFICIOSA?

 

    Miles de niños comienzan su educación deportiva formal con clases de natación a una edad inadecuada. Los padres tienen buenas intenciones y su motivación principal es mejorar el desarrollo psicomotor de sus hijos, mientras estos se divierten en el agua, permitiendo descansar un corto tiempo a sus padres.

    La natación ofrece una interesante oportunidad de iniciar a los niños en los placeres de las populares actividades acuáticas, sin embargo, el inicio de esta actividad no está exento de riesgos.

    En un estudio reciente publicado en la prestigiosa revista Pediatrics, de la American Academy of Pediatrics, se reporta que la muerte por inmersión constituye la principal causa de lesiones y fallecimiento no intencional en los niños menores de cuatro años.

    Por otra parte, numerosos estudios confirman la presencia de otros riesgos relacionados con las actividades acuáticas, tales como: hipotermia (enfriamiento severo), intoxicación hídrica y diseminación de enfermedades infecto-contagiosas, aunque se consideran poco frecuentes.

    Las clases de natación son muy populares en los EE.UU., estimándose que cinco a diez millones de niños menores de cinco años participan en estas actividades.
    Por otra parte, las tasas de muerte por inmersión en niños de uno a dos años son muy elevadas y en los estados de Arizona, California, Florida y Texas, la muerte por inmersión constituye la principal causa de fallecimiento en niños de esa edad.

    En general, los niños no se encuentran lo suficientemente desarrollados para recibir clases de natación antes de cumplir los cuatro años de edad. Los programas de educación sobre actividades acuáticas para niños menores de cinco años no han demostrado disminuir los riesgos de muerte por inmersión y los padres no deberán sentirse seguros de que sus niños se encuentran a salvo de la muerte por inmersión por haber recibido entrenamiento en estos programas.

    La habilidad de nadar deberá ser diferenciada de las habilidades de supervivencia en el agua (flotación, conservación de energía y comportamiento seguro en las piscinas).
    Aún careciendo del entrenamiento específico, al llegar al primer año de edad, los niños pueden ejecutar los movimientos rudimentarios del nadar, similares al braceo de un perrito.

    Aún no se ha determinado cual es el momento óptimo en que un niño alcanza la habilidad de nadar. Un estudio reciente demostró que esta habilidad se logra más fácilmente cuando el desarrollo motor ha alcanzado el nivel de los niños de cinco años de edad.

     Aunque muchos niños pueden adquirir esta habilidad precozmente, se ha demostrado que los niños menores de cuatro años requieren de períodos de instrucción más prolongados pues están limitados por sus capacidades neuromusculares.

     Por lo tanto, el hecho de que un niño reciba clases de natación a edades tempranas no significa que logrará dominar la habilidad de nadar más rápidamente ni que logrará mayores niveles de competencia comparado con los niños que reciben clases a edades más tardías.

     En cuanto a seguridad en el agua y clases de natación, se ha demostrado que los niños aprenderán mejor si cuentan con el desarrollo adecuado, se encuentran motivados propiamente y disfrutan de la experiencia.

     A pesar del nivel aparente de confort y competencia cerca o en el agua que pueda aparentar un niño, se requiere la supervisión constante de un adulto para prevenir la muerte por inmersión. Incluso el más breve lapso de descuido puede resultar trágico.  El adulto deberá encontrarse a no más de la distancia de un brazo, para poder salvar al niño, en un determinado momento de peligro.

Consejos:

La Academia Americana de Pediatría recomienda lo siguiente:

1) En vista de que los niños generalmente no cuentan con el desarrollo motor adecuado, no deberán recibir clases de natación hasta cumplir los cuatro años de edad.

2) Los programas acuáticos para niños pequeños no deberán promoverse como formas de disminuir los riesgos de muerte por inmersión.

3) Los padres no deben sentirse seguros de que su niño se encuentra a salvo de fallecer en el agua después de participar en esos programas.

4) Cuando un niño pequeño se encuentre cerca o en el agua, un adulto deberá encontrarse a la distancia mínima de un brazo.

5) Todos los programas acuáticos deberán incluir información sobre las limitaciones cognitivas y motoras de los niños pequeños, los riesgos inherentes al agua, las estrategias de prevención de la muerte por inmersión y el rol de los adultos en la supervisión y vigilancia de la seguridad de los niños que se encuentran cerca o en el agua.

6) La hipotermia, intoxicación hídrica y enfermedades infecto-contagiosas pueden ser prevenidas siguiendo las pautas médicas existentes y no excluyen que los niños pequeños puedan participar en programas acuáticos apropiados.

7) Los pediatras deberán contribuir a la recolección de información, investigación sobre prevención de la muerte por inmersión y a la legislación dirigida a la reducción de los riesgos de muerte por inmersión en los niños pequeños que se encuentren cerca o en el agua.

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